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‘PARA ENTENDER UN ÁRBOL’: UNA PIEZA DE ARTE AMBIENTAL DE GINA SIEPEL 

por Shira Zaid 

Traducción por Laisha Aniceto

El martes 27 de octubre, Gina Siepel presentó su proyecto de artes ambientales en progreso, “Para entender un árbol”. El evento virtual fue organizado por Joanne Benkley, presidenta de Environmental Concentration, y patrocinado por el Smith College Arts Afield Program junto con Kestrel Land Trust. 

Durante los últimos dos años, Siepel ha pasado la mayor parte de sus días en el bosque de la estación de campo MacLeish estudiando el bosque, buscando una conexión más profunda con un árbol en particular. Ella espera que su proyecto forje una nueva conciencia ecológica y le permita una visión más profunda de la vida de un árbol. 

Siepel es un carpintero afincado en Pioneer Valley. Ha pasado una cantidad considerable de tiempo estudiando la fabricación de muebles coloniales tempranos y está interesada en la intersección entre material, diseño, artesanía, género e historia. Ha trabajado en el departamento de teatro de Amherst diseñando escenarios de actuación, así como en el departamento de arte de Mount Holyoke Studio. Su arte se

ha exhibido en galerías de toda la zona. Muchos de sus trabajos involucran grandes instalaciones de madera en las que la construcción forma parte de la propia pieza. 

Su último proyecto es un estudio del material del que se origina gran parte de su obra de arte. A través de este proyecto, ella pregunta, ¿cómo el tener una relación con un árbol cambia el proceso de carpintería una vez que el árbol ha sido cortado? Inspirado por artistas contemporáneos estadounidenses como Richard Serra, Siepel prioriza el medio y el proceso, buscando la verdad en el mismo material. 

Trabajando con un equipo de ecologistas, Siepel ha aprendido sobre los ecosistemas que rodean su árbol de estudio. Ella ha comenzado a darse cuenta de que cada árbol individual no se puede separar; cada uno está inherentemente conectado con el otro y con la vida silvestre circundante. Sin embargo, cada árbol conserva características únicas que se pueden ver con una observación más cercana. Aprendiendo del ojo entrenado de un arbolista, Siepel comenzó a notar las sutilezas en la corteza del árbol que indican nudos en la madera debajo de la capa tópica. Esta íntima atención al detalle evolucionó con el tiempo. A medida que se sintoniza más con la vida silvestre, Siepel notó cuándo ciertas aves venían a visitar el árbol y cuándo ya no estaban presentes, y cómo cambiaba la iluminación en el bosque con el paso de las horas. Centrándose en las minucias de la fauna circundante enriqueció la experiencia de Siepel del árbol que estudió. 

Parte de su proyecto se ha centrado en la documentación diaria. Todos los días durante un año, fue al sitio y grabó un video. Siepel expresó su entusiasmo por lo extraordinario que es ver cómo el bosque cambia drásticamente con el tiempo. En los meses de verano es una esmeralda vibrante, en el invierno un marrón polvoriento. Siepel comenzó a pensar en el marco temporal del bosque en comparación con su propia vida. El bosque existe en una escala mucho mayor de lo que un ser humano puede conceptualizar. Está en constante cambio, en perpetuo cambio. Siepel llegó a centrarse en las formas en que incluso la perspectiva humana de la muerte como fenómeno binario se erosiona en el bosque. Partes de un árbol pueden estar vivas y en descomposición al mismo tiempo. Un hongo puede crecer en una planta que ha muerto. Los organismos a gran y pequeña escala están recorriendo la existencia de una manera que no podemos comprender.

Hay un misterio fascinante en la vida de los árboles. ¿Es posible comprender algo que fundamentalmente está más allá de nosotros mismos? ¿Es posible apreciar verdaderamente el material que sustenta el funcionamiento diario de gran parte de nuestras vidas? Siepel mira críticamente estas preguntas con la esperanza de que analizarlas nos permitirá vivir más reflexivamente, con una nueva conciencia de la fuente de nuestros muebles, papel y entorno construido.

En una época en la que el mundo humano parece disolverse en el caos, es un recordatorio humillante de que el mundo es mucho más grande que los que los humanos han construido. A nuestro alrededor, los bosques continúan creciendo. Las hojas continúan convirtiendo la luz solar en energía. Los árboles continúan convirtiendo el dióxido de carbono en oxígeno. El mundo sigue adelante, continuando mucho después de nuestra propia vida, cambiando de forma, forma y tamaño. Quizás todos deberíamos esforzarnos por aprender más de la tranquila contemplación de los árboles, cómo coexisten pacíficamente, mejor como un bosque unificado que como entidades individuales separadas. La pregunta principal de Siepel es “¿qué es una comunidad de un árbol?” Descubrió que la comunidad de un árbol se compone de muchas cosas, la tierra, los pájaros, las micobacterias, la luz del sol, aunque lo más importante es que descubrió que la comunidad de un árbol existe de otros árboles. En un mundo en el que todos nos sentimos aislados, separados política y físicamente, tal vez deberíamos centrarnos en las formas en las que todavía estamos conectados entre nosotros, no muy diferente de una comunidad de árboles. 

Para obtener más información, o para ver la fotografía de Gina Siepel de la MacLeish Field Station y otras obras, visite su sitio web https://www.ginasiepel.com