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Modo sicko: Entrevistas sobre el COVID-19 y el aislamiento en Smith College

Translated by Mónica Martínez from English for the 3rd Biannual Sophian Translations Issue

El Sophian entrevistó cinco estudiantes sobre sus experiencias teniendo COVID-19 en Smith, dos en diciembre y tres en febrero. Todos los estudiantes desean permanecer anónimos y se les ha dado un seudónimo. Estas son sus experiencias. 

Recibiendo la llamada: 

Anna pensó que solo tenía un catarro, pero cuando le mando un mensaje a su amiga que se estaba sintiendo enferma, estaba sorprendida por la respuesta: “¿También saliste positiva con el COVID?” Anna fue al Centro de Pruebas para hacerse una prueba rápida donde aprendió que no iba a recibir una llamada para un resultado negativo y si salía un resultado positivo, esperaría una llamada dentro de una hora. En realidad, la llamada vino más de dos horas después, pero para ese entonces, ella lo esperaba porque su compañera de cuarto ya había resultado positiva. Anna empacó su maleta y llamó a la seguridad del campus para que la llevaran al Ellery. 

Muchas de las entrevistadas recibieron su entrevista de rastreo de contactos obligatoria antes de moverse al Ellery, y los rastreadores de contactos permanecieron en contacto con elles durante la cuarentena. Emily explicó, “Recibí la llamada inicial cuando no estaba en casa, entonces mi rastreador de contactos me dijo que podía regresar a casa y luego regresarle la llamada para darle la información de contactos.” En la llamada, Emily fue pedida recitar una lista de cada una de las personas con quien tuvo contacto en los últimos cinco días, con mascarilla o sin mascarilla, que habían estado a seis pies de distancia o menos por más de quince minutos. Según Emily, el rastreador de contactos era “atento” y “una ayuda” durante la llamada inicial y tras la cuarentena.

Vida en El Ellery: 

Entre las entrevistadas, la duración del tiempo en El Ellery varió desde tres a diez días. 

Muchos de las estudiantes alabaron las acomodaciones y la organización general del cuidado, también a la calidad de los cuartos en El Ellery, notando el tamaño bueno de las recámaras y la comodidad de las camas grandes. Recibieron bolsas de regalo del Schacht Center con medicaciones, sus instrucciones y un termómetro. Recibieron entregas regulares de comida. Las enfermeras comprobaron que estaban bien cada día, típicamente por correo electrónico. 

Sin embargo, algunas entrevistadas se fastidiaron debajo de las restricciones. Entre las 3:00 – 5:00 pm, residentes del Ellery son permitidos salir afuera al parqueadero. A las cinco, las puertas se cierran. “Lo que,” Grace dijo, “se sentía como la cárcel.” 

Similarmente, Julia dijo, “El Ellery se sintió más como una prisión. Se sentía como si te estuvieran castigando por tener COVID.” 

En el otoño, cuando Julia tuvo la bronquitis, hizo la cuarentena en El Ellery solo por tres días mientras esperaba suficientes pruebas negativas para el COVID-19. Cuando regresó a El Ellery en la primavera por seis días, su experiencia fue más positiva. La segunda vez, ella dijo, “El cuarto del hotel se sintió como un cuarto de hotel esta vez. La comida estaba mejor, y honestamente era como una experiencia real de un hotel.” 

Algunas entrevistadas tenían sus propios cuartos, mientras otras recibieron compañeras de habitación. Anna aprecio el tamaño de su cuarto, pero hubiera preferido tener su propia habitación. Ella comentó, “No quieres estar enferma con alguien más. Aunque conocía a la persona, era todavía una nueva amistad. Quería poner mi mejor cara. No quería ser vista enferma, tosiendo, deprimida y llorando.”

Todas se quejaron de la comida, que les costaba comer mientras estaban enfermas. Según Anna, “Era difícil comer hamburguesas mientras estaba enferma. Ni había sopa. Todo lo que quería era sopa.” 

La experiencia académica: 

Muchas de las estudiantes salieron ilesas de la cuarentena académicamente, aunque algunas tomaron su tiempo para completar su trabajo. Más significativamente, los estudiantes agradecieron a los profesores de Smith por su flexibilidad y soporte. La mayoría recibió la opción de asistir a clase por Zoom o aprender asincrónicamente. Grace reflejó, “Todos mis profesores eran muy comprensibles. Algunos de mis profesores habían tenido COVID antes, entonces entendieron como era. Eran muy tolerantes, y se comunicaron conmigo.” 

Pero las experiencias de algunos estudiantes resultaron en problemas con profesores individuales. Cuando un profesor le pidió a Quinn que compensara los puntos de una clase de discusión a través de trabajo extra, ellos respondieron, “Estoy en la cuarentena. Físicamente, no puedo asistir a tu clase.” Quinn sintió que la ausencia debía de haber sido excusada sin tener que hacer trabajo extra. Ellos contactaron a su decano de su clase para solucionar el problema. 

Julia tuvo otro traspié tal cual cuando le pidió a una amiga que la invitara por Zoom a la clase. En el aula grande de discusión, no podía oír al profesor o ver el pizarrón. Julia dijo, “Ya hemos estado en la pandemia por dos años, y todavía hay profesores que no están preparados para hacer Zoom con estudiantes. En el programa de estudio dijeron que iban a hacer Zoom con gente si se enfermaban.” Como Quinn, Julia usó su decano de su clase para facilitar una resolución. 

Algunos estudiantes se esforzaron con la motivación, especialmente si estaban físicamente indispuestos durante cuarenta y después. Quinn, que estaba sintomática y que tenía condiciones médicas

posteriormente, tomó más de dos meses para ponerse al día con el trabajo. Por el contrario, Julia, que estaba asintomática, estaba disponible para tomar un examen durante la cuarentena. 

Emily dijo, “El estrés y conmoción de estar en el aislamiento por diez días tomó el mayor desgaste en mi aprendizaje, haciéndome deprimida y dejándome sin motivación para hacer el trabajo que se me asignó. Creo que me tomo dos semanas después de salir de la cuarentena para volver a la normalidad con todas mis clases.” 

Experiencias sociales: 

Algunos estudiantes eran más afortunados que otros en las circunstancias sociales del tiempo en El Ellery. Anna, que fue a la cuarentena con amigas, vio la visita como un descanso de las presiones de afuera, aunque en su totalidad no fue una experiencia deseable. De todos modos, ella dijo, “Pasábamos el tiempo juntas y mirábamos películas cada noche. Nos acercamos, definitivamente, porque nos unimos por no poder ver a nadie y estar aisladas. Hubo algunos momentos bonitos.” 

El estigma de COVID-19: 

Algunas entrevistadas pararon por experiencias de repercusiones sociales después de haber tenido un diagnóstico positivo por la percepción pública de que había sido irresponsable. Según Anna, “La gente hace muchas suposiciones.” 

Para Julia, los prejuicios rodeaban alrededor de las ubicaciones de fiestas en la universidad. Julia cree que la gente asume injustamente que ella había contactado con el COVID-19 de una fiesta en UMass Amherst: “Hasta mi amiga estaba como, cuando pienso en UMass, creo que UMass es igual al COVID.” Julia denuncia este doble estándar, notando que recientemente también había asistido a una fiesta en Amherst College, pero que “nadie piensa que puedes agarrar el COVID de Amherst.”

Regreso a la vida en el campus: 

El regreso de El Ellery fue un camino lleno de baches. Emily reflejo, “Pienso que la parte más dura de tener COVID fue estar en el aislamiento, lo cual el colegio no puede evitar. Con eso dicho, quedarse en El Ellery y estar lejos de todo por diez días fue muy difícil y un esfuerzo cuando llega el tiempo de regresar. Fue agradable como mis profesores eran un apoyo y comprensivos de mi situación cuando estaba reintegrándome en la vida regular del campus.” 

Grace se enfocó en el alivio que sintió al momento de la partida: “Me sentí tan bien al estar en el coche de Campo, y al alejarme, y mirar hacia El Ellery y pensar, ‘No voy a volver allí’.”