This translation from English is part of the Fall 2021 Translations Issue for student translators.
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. -1 Corintios 13:4-7.
La luna es una mujer. Metafóricamente hablando, ella representa ciclos eternos, fertilidad, y las fases de nuestras condiciones humanas en la Tierra. El símbolo de la luna en la astrología simboliza el alma que corresponde a la versatilidad, sensibilidad y capacidad reflexiva de un individuo. Quizás debido a su misteriosa constancia, las personas tienen una tendencia de explorar o personificar a la luna.
El universo de Avatar: El último maestro del aire concibe a la luna como la Princesa Yue: Una joven mujer quien se sacrifica a sí misma para convertirse en la luna y salvar su cultura del desequilibrio externo. Siendo la princesa de la aldea del Agua, cuando su nación es atacada por la nación del fuego, quienes buscan dominar al mundo y acabar con el espíritu de la luna, la Princesa Yue entiende que es su deber anteponer a su gente antes que a ella misma. Ella paga el último precio, sacrificando su vida para convertirse en el nuevo espíritu de la luna. Más allá de que esto significa su muerte en la Tierra, ella recibe el apoyo y aliento por parte de su familia y amigos para hacerlo. Su muerte es admirablemente abnegada.
La mujer sacrificada es una narrativa basada en personajes como la Princesa Yue, a quien la sociedad ve como la figura perfecta de ser reemplazada y sacrificada. La mujer sacrificada está diseñada para anteponer el bienestar y los deseos de otros antes de los de ella, debido a sus innatos instintos maternales. Psicológicamente, el esquema de la mujer sacrificada está socializado por un miedo desarrollado desde la infancia, el miedo de decepcionar a los demás.
En Avatar, la nación del Agua es concebida como una cultura global expansiva, pero la mujer sacrificada en el mundo real generalmente opera en escalas menores, como el de una familia o una comunidad. Como muchas familias inmigrantes, la mía existe como un resultado de generaciones de mujeres sacrificadas.
Mi abuela colombiana me dijo que el amor de una madre hacia su hijo es el único amor sincero y verdadero del mundo. Ella fue criada creyendo que la dedicación de este amor no es un sacrificio, es en realidad una fuente de satisfacción real para una madre. Sus palabras expresaron la razón fundamental para migrar, “Una madre quiere que su hijo tenga más oportunidades y educación que la que ella tuvo”. Mi abuela llama a esta mentalidad abnegación personal, no sacrificio, quizás aludir a la virtud moral descrita por la sociedad como maternidad. Su mentalidad representa la tendencia que tiene una sociedad de relegar a las mujeres las obligaciones del hogar.
Como mujer joven, hija de inmigrantes, el sacrificio personal es una virtud moral que está reñida con mi realización como persona. Si la sociedad califica tradicionalmente como persona exitosa a un hombre y sus logros personales (ej: ascenso de carrera y poder), como puedo yo ser una mujer exitosa y una persona exitosa al mismo tiempo?
Ser exitosa siendo mujer implica una maternidad fructuosa, cuidar de la casa, y tener ausencia en la vida pública. Mientras que nos pidan que nos borremos de la sociedad en general, no podemos compartir en ella. Hasta que podamos deconstruir nuestras expectaciones sobre la feminidad, las mujeres siempre estarán en constante lucha entre priorizarse a sí mismas, a sus familias o -como la Princesa Yue – a sí mismas o a su cultura.
POR EMILIA TAMAYO EL 10 DE SEPTIEMBRE DEL 2021.
Traducido al español por Camila Maldonado.
(Imagen: Princess Yue, Avatar: The Last Airbender)