Translated from English by Salma Vargas
Me paso todo el día estudiando. Me preocupa que si no sigo trabajando me quedaré atrás. Quiero desesperadamente tomar tiempo para mí, pero parece que no puedo relajarme. Como la mayoría de los estudiantes, necesito un descanso. Pero nuestras vacaciones de dos días en primavera, Meadow Day, no es lo suficiente durante un tiempo tan abrumador.
Ha pasado más de un año desde el principio de la pandemia de COVID-19 y estoy exhausta. A pesar de las constantes garantías de Smith de que la administración y los profesores están tomando en cuenta la salud mental de los estudiantes, además de la transición a los cursos virtuales, mi vida académica ha procedido como de costumbre.
Algunos podrían decir que esto es normal agotamiento universitario, que todos los estudiantes universitarios se sienten así en algún momento de su carrera académica, a pesar de una pandemia global. Pero no hay forma de ignorar la pandemia de COVID-19 en 2021. Por mucho que quisiéramos, la vida no es la misma y aun todos nos estamos adaptando, estudiantes y profesores por igual.
En mi clase de ruso intermedio, estamos aprendiendo sobre los verbos de posición y posicionamiento. Para practicar este concepto, nuestro profesor nos hizo preguntas sobre cómo situamos los objetos y nosotros mismos. Una de las preguntas que hizo (en ruso, por supuesto) fue cuántas horas al día pasamos sentados frente a una computadora. Las respuestas variaron desde ocho horas hasta confusos movimientos de cabeza y respuestas de “No sé”. Todos nos reímos, ignorando este monumental y potencialmente insalubre aspecto de nuestras vidas.
Por eso el agotamiento es diferente este año. Para la mayoría de nosotros, nuestros días consisten en sentarnos en la misma silla y mirar la misma pantalla todo el día. No quiero parecer ingrata. Reconozco lo privilegiada que soy de recibir esta educación y vivir en campus este semestre. Pero el esfuerzo pre-pandémico no es suficiente.
Este semestre especialmente, los profesores y administradores han vuelto a la normalidad. Aunque, para la gran mayoría de nosotros, no ha cambiado mucho desde que la pandemia comenzó. Todavía sentimos los efectos todos los días, todavía pasamos todo el día por zoom y todavía estamos batallando con la salud mental. Más que eso, la mayoría de nosotros lo estamos haciendo solos. Los estudiantes en el campus pueden ver amigos dentro de las pautas, pero yo, al menos, a menudo tengo que elegir entre ver a mis amigos y hacer mi tarea. La tarea casi siempre gana.
Con la gran carga de trabajo de la universidad y el agotamiento emocional de la pandemia, Meadow Day se siente como una bofetada. Entiendo la lógica detrás de esto: los viajes potenciales durante las vacaciones de primavera ponen al campus en un riesgo mayor, un sentimiento que ignora por completo las necesidades de los estudiantes fuera del campus. No solo eso, sino que casi todas las actividades de Meadow Day son en persona, solamente accesibles a los estudiantes en o cerca del campus.
Además, la mayoría de mis amigos en el campus no van a hacer actividades relajantes. Claro, dormiremos hasta la tarde, pero tendremos trabajo que hacer. Personalmente, tengo dos libros para leer durante las vacaciones de Meadow Day. También tenemos una clase de recuperación para el día de prado el 14 de mayo, haciéndolo menos un descanso y más un reordenamiento de horario.
Lo último que quiero es sonar quejosa Ese no es el objetivo de este editorial. Como muchos estudiantes en todo el mundo, solo quiero que las universidades reconozcan que este arreglo no está funcionando, incluso antes de que la pandemia, equilibrar la escuela, el trabajo y las responsabilidades familiares hizo que la educación superior fuera inaccesible o extremadamente difícil para muchos, y tal vez haya llegado el momento para rehacer el sistema.