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Un año sin precedentes: empezando la universidad como miembro de la clase “covid”

Translated from English by Salma Vargas

Ha pasado un año y medio desde que me aceptaron en Smith, nueve meses desde que tomé mi primera clase universitaria y tres meses desde que llegué por primera vez al campus. Como una alumna de primer año durante la pandemia, siento que comencé la universidad por etapas; el otoño pasado, experimenté una carga de trabajo a nivel universitario. Este semestre, viví en el campus fuera de casa por primera vez, y el próximo otoño (toquemos madera), finalmente tendré la experiencia universitaria completa: vivir en el campus, ir a clases, juntas y presentaciones en persona. En cierto modo, este ajuste gradual hizo que la introducción a la universidad fuera más fácil y menos abrupta. Pero hace un año, la perspectiva de no tener una transición normal a la universidad fue devastadora para mí.

La primavera pasada, cuando la pandemia recién comenzaba, uno de mis mayores temores era que yo iba a perder mi primer año de universidad. Me preocupaba que se sintiera como un año desperdiciado y que terminaría teniendo solo tres años “verdaderos” en Smith. Al principio consideré diferir, pero me preocupaba perder el impulso, así que terminé decidiendo quedarme inscrita durante el otoño.

Tengo que admitir que durante mi primer semestre, tomando clases en Smith, me sentí aislada. Ciertamente, la universidad, mi casa y otras organizaciones en el campus hicieron esfuerzos para dar la bienvenida a las alumnas de primer año, pero a pesar de sus mejores esfuerzos, Zoom no es un entorno propicio para fomentar la comunidad. No pude hablar con mis compañeras de salon antes o después de clase, no hubo noches para estar despierta con amigas en la biblioteca, tratando (y probablemente fracasando) de animarnos unas a otras para terminar nuestro trabajo, y no hubo comidas animadas para compartir los viernes por la noche después de una semana larga. Todas hicimos nuestro mejor esfuerzo para conectarnos entre nosotras a través de Instagram y otras plataformas de redes sociales, pero en última instancia, simplemente no es posible conocer a alguien a través de mensajes de texto.

Fue unirse a organizaciones lo que me ayudó a sentirme más conectada con la comunidad de Smith mientras todavía estaba atrapada en casa. No me malinterpretes, todavía era extraño tratar de conocer gente mientras estaba en mi quinta llamada de zoom del día, pero fue en el ambiente de grupos más pequeños donde comencé a sentirme parte de la comunidad universitaria, ¡donde comencé a sentirme como un Smithie!

El otoño pasado fue duro. Mi salud mental sufrió durante el otoño y el principio del invierno. Me sentí estancada, como si mi vida no avanzara. Pero una vez que estuve en el campus, todo cambió. A pesar de que todas mis clases estaban en Zoom y otras restricciones de Covid limitaban muchos aspectos de la vida en el campus, un factor fundamental permanecía: estaba en Smith. Sentí que todo por lo que había trabajado durante los últimos cuatro años estaba justo enfrente de mí. Finalmente estaba en la universidad. Todo había encajado en su sitio. Finalmente pude hacer amigos, esta vez de verdad, y tener una comunidad en persona. Todas habíamos ideado formas creativas de pasar el tiempo juntas después de un año de distanciamiento social y las pautas de Covid, entonces pensar en formas seguras para pasar el tiempo juntas fue fácil para nosotros. Una vez que llegó el clima templado a fines de marzo, mis amigas y yo pasamos cada momento libre afuera. Luché con dejar atrás mi hogar y familia por primera vez, pero en general mi salud mental mejoró una vez que pude socializar y comenzar a fomentar amistades duraderas.

Creo que siempre habrá una pequeña parte de mí que estará decepcionada de que mi primer año de universidad haya sido tan interrumpido y de que todo un año de clases haya estado en Zoom. Pero al mismo tiempo, me alegra no haber diferido. En última instancia, sé que las extrañas circunstancias de este año solo harán que aprecie aún más los tres años que me quedan en Smith, y nunca más volveré a dar por sentado el lujo del aprendizaje en el aula. No deseo invalidar las experiencias universitarias negativas de nadie ni descartar toda la decepción que sentí durante el año pasado. Solo quiero argumentar que la creatividad que ha surgido como resultado de tantas restricciones es, en última instancia, lo que me permitió tener lo que yo llamaría, un primer año de universidad gratificante. Proponiendo soluciones innovadoras para la restricción de Covid me llevó a un semestre de primavera únicamente satisfactorio en el que tuve la oportunidad de vivir las experiencias sociales y residenciales clásicas que me perdí el otoño pasado.

Probablemente hayas escuchado esto un millón de veces (sé que yo sí), así que me disculpo de antemano por repetirlo: aquellas de nosotros que comenzamos la universidad este año hemos tenido una experiencia que nadie volverá a tener. Hemos tenido un año completamente único, y como ya estoy usando clichés, también podría decirlo: mi primer año de universidad es uno que nunca olvidaré.